lunes, 6 de octubre de 2008

Práctica II: Mercado de Santo Domingo

Todo ocurrió el 27 de septiembre, sábado. Minutos antes del txupinazo que daban comienzo a las fiestas de San Fermin txikito, habíamos quedado en lo viejo la clase de fotoperiodismo. Una vez reunidos todos en la puerta principal del mercado, el profesor comenzó a explicar, mientras lanzaban los cohetes del inicio de las fiestas.


La práctica consistía en retratar al mercado del s. XIX de Santo Domingo. Dimos una vuelta por sus alrededores antes de introducirnos en su interior. Aunque estaba rodeado por varios edificios, el mercado destacaba por su fachada en color naranja y sus grandes ventanales que proporcionaban luz al interior.






Una vez dentro del edificio, pudimos comprobar que el mercado se dividía en dos alturas. Un primer piso con pocos puestos, porque la mayoría estaban cerrados, y en la planta baja un patio interior deonde había más ajetreo. En esta última parte, se podía apreciar la gran luminosidad que aportan los ventanales.




Todavía era pronto y apenas había gente comprando, pero conforme avanzaba la mañana el mercado se iba llenando. Gente de todas las edades, estilos, colores... andaban observando los puestos, en busca del mejor precio. Mientros los pescateros, carniceros, fruteros... atendía a aquéllos que ya se habían decidido. Muchos de esos clientes eran habituales como se podía apreciar en sus conversaciones con los dependientes. Mil historias se agrupaban en ese edificio.



De repente, un extraño sonido procedente de la parte de arriba nos alarmó. Eran los zampanzares descendiendo por las escaleras con sus cencerros a cuestas. Después de haber dado una vuelta por el primer piso, se dirigían a la planta baja a seguir con el ritual. Tras unas vueltas por el patio interior y el revuelo de los allí presentes, salieron del mercado y éste recuperó la normalidad.

Ya se nos había echado el tiempo encima y aprovechamos los últimos minutos para sacar fotos. Nos reunimos con el profesor y la directora del mercado, que nos invitó a ver los pasillos interiores de los puesto y presenciar el despiece de un atún. Finalmente la mañana llegó a su fin y nos despedimos con la visita de unas ruinas halladas en las cercanías del edificio.

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